“¡Pero si tenemos la final de la Champions!”

   

“¡Pero si tenemos la final de la Champions!”

Todos los caballos merecen, al menos una vez en la vida, ser amados por una niña pequeña

En los cajones, Daniel García Giró (52) conserva un abanico de recortes de periódicos.

Y, según me cuenta, cada vez que los contempla se proyecta en un viaje en el tiempo.

Algunos recortes, por ejemplo, le remiten a inicios del siglo pasado: la hemeroteca se funde a blanco y negro, mucho texto, sin fotos, y en una portada en linotipia del 1902 le hablan del primer concurso de saltos de Barcelona, aquel que se había celebrado en la Plaza de Armas, justo enfrente de donde hoy está el Parlament.

Daniel García Giró, director del CSIO Barcelona; a sus espaldas, su esposa Sofía monta a Cincinz

–¿Sabe? El CSIO Barcelona es el concurso deportivo internacional más antiguo de todos los que se celebran en España –me dice Daniel García Giró, que sabe de qué está hablando, pues lleva quince años dirigiendo el concurso.

(Y es el concurso ecuestre más importante del mundo, aquel que alberga la final de la Copa de las Naciones: podremos contemplarlo a partir del jueves, hasta el domingo, en el Real Club de Polo).

Daniel García Giró habla y nos sumergimos en su historia.

Nos sentamos en la cafetería de las caballerizas del club, un café de por medio y a tomar notas. Daniel García Giró revisa la historia del concurso mientras su mujer, Sofía, galopa afuera, en la amplia pista de polo.

(Sofía va a lomos de Cincinz, su caballo).

Antes, a principios de siglo, el concurso internacional de saltos se celebraba en la Plaza de Armas, donde hoy está la Ciutadella.

Luego levantaron allí el Saturno Park (1911), tan aplaudido como efímero, y en el espacio brotaron montañas rusas, toboganes y laberintos, un imán para los barceloneses (hasta que otras mentes idearon el Tibidabo, en 1917) en el que ya no cabía el concurso de saltos.

Y así se vieron los jinetes y sus portentosos caballos: condenados a itinerar por unos años hacia Can Ràbia hasta amarrarse, al fin, en la ubicación actual, en el Polo, en el extremo sur de la Diagonal (1932).

Y allí se han quedado.

Queremos que el concurso multiplique su presencia en la ciudad, que deje de ser ‘eso de los caballos’”’

–Y aquí vamos creciendo –me dice Daniel García Giró, que se desvive por lograr que el concurso se extienda por la ciudad, tal y como lo han hecho el trofeo Godó de tenis o la Zurich Marató de Barcelona, pero que no lo logra del todo, o eso le observo.

Y por eso le pregunto:

–Cuando se disputa el Godó de tenis, la ciudad habla de ello. ¿Por qué no se habla del CSIO?

–Hombre, el tenis es más popular que la hípica... Pero el número de federados y aficionados al caballo crece cada año. Y cada vez viene a visitarnos más gente, incluso los no amantes de la hípica (cada año, 40.000 personas acuden al concurso en algún momento).

 Lo que sí es cierto es que el presidente del CSIO (Santi Mercé) recuerda que el Godó de tenis está presente en la agenda de Barcelona y debemos procurar que el CSIO también lo esté, que no se quede en “eso de los caballos”.

Acto presentación del CSIO Barcelona 112º Concurso de Saltos Internacional en Real Club de Polo de Barcelona, que se celebrará del 3 al 6 de octubre 2024.

El jinete olímpico Pedro Veniss y la amazona Sira Martínez (hija de Luis Enrique Martínez) en el acto.
–¿Y cómo se logra?

–Mire, tenemos una cobertura internacional extraordinaria, pero falta el empuje local y el orgullo de pertenencia. ¡Somos como la final de la Champions!

(Santiago Mercé, esta misma semana, me ofrecía un alud de datos: este año se han acreditado doscientos periodistas, la mayoría de ellos extranjeros; y se han contratado 150 horas de televisión en un abanico de países, y el concurso contará con los tres medallistas olímpicos de París 2024 y once jinetes del Top-20 mundial...).

Y cuando Daniel García Giró compara el CSIO con la Champions, observo ahí una paradoja. 

Pues, desde un punto de vista ecuestre, la hípica española (70.000 federados) se encuentra a años luz de alemanes (un millón) o franceses (300.000), y sin embargo aquí sigue el desenlace del concurso, en Barcelona (lleva diez años acogiendo la final de la Copa de Naciones, seguirá haciéndolo como mínimo hasta el 2027), así que le pregunto:

–Hombre, hay un abanico de factores: tenemos la climatología. Escenarios como Aachen (Alemania), Nueva York o Moscú no pueden garantizar el sol otoñal que le ofrecemos a los jinetes. Y el club se encuentra en el centro de la ciudad, no en un descampado, y cerca del aeropuerto.

Y tiene una estructura fija. Y la hípica es un deporte europeo en un elevado porcentaje (el 80% de fichas es europeo), algo importante a la hora de desplazar a los caballos: pueden venir en